En un momento en que la COVID-19 (coronavirus) continúa alterando las cadenas de suministro, las industrias y los mercados en todo el mundo, consultamos a los clientes del Mecanismo de Financiamiento para el Sector Privado del Programa Mundial para la Agricultura y la Seguridad Alimentaria () para saber de qué manera la crisis sanitaria y económica afecta a sus empresas y a los pequeños agricultores que participan en sus cadenas de suministro. En esta edición de nuestras "Conversaciones sobre la COVID", hablamos con Mateo Yibrin, director ejecutivo del Grupo Cadelga, uno de los principales distribuidores de productos y servicios agrícolas de Honduras. El apoyo brindado por la Corporación Financiera Internacional (IFC) ha ayudado a Cadelga a fortalecer su red de tiendas minoristas y crear un nuevo departamento, AgroMoney, que ofrece préstamos a pequeños agricultores en forma de fertilizantes, semillas y tecnología de riego. Yibrin conversó con nosotros recientemente acerca de las compras incitadas por el pánico que mantienen su empresa a flote, sobre por qué los productores hondureños están regalando melones en ciudades alrededor del país y comparte un mensaje al mundo en nombre de los agricultores que están sufriendo por esta situación.
¿Cómo está afectando la COVID-19 a Cadelga?
Al principio de la pandemia, a nuestros empleados se les dificultaba trasladarse al campo para suministrarles insumos a los agricultores. Ahora la situación está mejorando, y podemos abastecer a cerca del 85 % de nuestros productores. La temporada de siembra empezó en mayo, así que para los agricultores era crucial poder acceder a los insumos. En términos generales, a la empresa le está yendo bien, dadas las circunstancias: la gente está confinada en sus casas y consume y almacena más. La demanda de alimentos básicos (los productos esenciales de la dieta hondureña, como los cereales, los frijoles, el arroz, el maíz y el azúcar) ha aumentado entre un 15 % y un 25 %. La gente tiene miedo de que cierren los supermercados.
¿De qué manera ha afectado la pandemia a los pequeños agricultores con los que usted trabaja?
El principal desafío para los agricultores en las zonas rurales han sido las restricciones de movimiento. Muchos no pueden llegar a sus campos o tomar la carretera para acceder a los mercados. La policía y las fuerzas militares controlan los desplazamientos, por lo que conlleva tiempo y dinero trasladar las mercancías desde los poblados hasta los grandes mercados. Los agricultores aún pueden producir, pero a menudo se ven forzados a aceptar precios más bajos y pierden dinero. Algunos pequeños productores han atrasado la siembra o han reducido el área sembrada para tratar de ahorrar dinero. El contexto es difícil, porque si los agricultores hondureños no pueden abastecer al mercado, comenzarán a ganar espacio los productos provenientes de Guatemala, donde las fincas son mucho más grandes. Esta pandemia comenzó en plena época de cosecha del café, por lo que se perdió mucho café. Y debido a las restricciones, después costó vender lo que se cosechó. Como resultado, algunos productores no pudieron pagar sus cuentas o los salarios de sus trabajadores, lo que generó una cadena complicada.
Ustedes pusieron en marcha AgroMoney para brindar a los pequeños productores acceso al capital. ¿Esto ayuda a los agricultores a hacer frente a la COVID?
En el pasado, los pequeños productores no tenían acceso a los sistemas financieros: recurrían a familiares, vecinos o a prestamistas de la comunidad. AgroMoney está contribuyendo a cerrar esa brecha, pero nuestro principal desafío radica en que no estamos creciendo tan rápido como preveíamos. En la actualidad llegamos a 1200 pequeños productores, la mitad de lo que habíamos planificado. Desde que se inició el proyecto hace tres años, tuvimos dos de sequías consecutivas, una baja en los precios de los productos básicos y ahora una pandemia. A principios de 2020 esperábamos que este fuera un año de crecimiento, pero lamentablemente no ha sucedido.
¿Cuáles son los desafíos que afectan actualmente al sector agrícola?
Honduras es un gran exportador de melones y otras frutas que se destinan principalmente a Europa, pero todo eso ahora está cerrado. Los exportadores regalan melones en los centros de las ciudades, y hemos enviado grandes contenedores para recoger melones y regalarlos a nuestros empleados. Las exportaciones de camarones y productos textiles también han caído, y los precios del aceite de palma están muy bajos. Son tiempos difíciles. Si yo pudiera hablar en nombre de los pequeños productores, le diría al mundo que abriera los mercados a nuestras frutas, nuestras hortalizas y otros productos.
¿Qué medidas ha adoptado Cadelga para proteger a sus empleados?
Cadelga emplea a casi 3500 personas en Honduras, Guatemala y El Salvador. Cerca de 50 se han infectado con el virus. Todos los casos se detectaron de manera temprana. Afortunadamente, todos pudieron aislarse en sus casas y ninguno tuvo que ser hospitalizado. Hemos implementado estrictos protocolos de bioseguridad para nuestros empleados y clientes. La gente que viene a nuestras tiendas forma fila de a uno, con 2 metros de separación, se les toma la temperatura, y dentro de las tiendas instalamos separaciones entre empleados y clientes. También desinfectamos los productos antes de cargarlos al camión del cliente. En las plantas de fertilizantes, tomamos precauciones similares: profesionales médicos controlan todos los días a nuestros empleados antes de que ingresen para detectar síntomas, y todo el mundo usa mascarilla y se lava las manos.
¿De qué manera está afectando la COVID-19 a Honduras en general?
Como país, esta situación nos golpeará fuerte: algunos expertos dicen que la pandemia producirá medio millón de pobres más y otros dicen que esa cantidad se acercará más a 1 millón. La actividad económica ha disminuido considerablemente desde marzo, y el turismo y el sector textil, que emplean a mucha gente, se han visto muy afectados. El Gobierno ha ordenado a los bancos y a la oficina de impuestos que pospongan los vencimientos de los préstamos y los pagos, lo que ha dado oxígeno a muchas empresas. Creo que sentiremos el impacto real recién a fin de año, cuando venzan los pagos y las empresas empiecen a cerrar. Yo les digo a mis empleados, amigos y familiares que esto es algo con lo que debemos aprender a convivir. Este año es la COVID, el año próximo será otra cosa y el siguiente, otra. Debemos aprender a lidiar con la incertidumbre, en particular en países como Honduras, que cierto tiempo enfrenta una crisis importante. El problema principal es cuánto aumentará la pobreza y si el país tiene los recursos necesarios para atender la situación.